Misión en Oceanía, Damián de Molokai


Seguimos conforme a la programación analizando la actividad misionera de la iglesia. Hoy cambiamos de continente, vamos a Oceanía y utilizaremos un ejemplo que incluso ha sido llevado al cine. La vida de Damián de Molokai.

Inicios


Nació en el reino de Bélgica el 3 de Enero de 1840, Se llamaba José De Veuster, y aquel día de su nacimiento en el caserío del pueblo de Trémelo, estaba nevando lo que impidió que en la tarde fuera bautizado en la parroquia de Trémelo. Hijo de un matrimonio de granjeros estudió en un colegio católico y posteriormente ingresó como novicio de la congregación de los Sagrados Corazones.


Siguiendo los pasos de su hermano Augusto, José comenzó su noviciado en Lovaina con el nombre de Damián el 2 de febrero de 1859. En 1863, su hermano Augusto, quien había sido destinado a la misión en las islas Hawái, fue afectado por el tifus lo que le imposibilitó viajar. Damián obtuvo el permiso del Superior General de París para reemplazarlo. .

En un viaje de cinco meses sin escalas, llegó a Honolulú el día de San José, su santo patrón. Había cumplido 24 años sobre el mar. Su primer destino fue la isla grande de Hawai, en el extremo Este del archipiélago, allí trabajará como misionero durante ocho años (1865-1873). 

En aquellos días (1865), para frenar la propagación de la lepra, el gobierno hawaiano decide deportar a la isla de Molokai a todos los contagiados. Su desdichada suerte preocupaba a toda la misión católica. Un par de veces al año, Navidad y Pascua, aparecían un par de sacerdotes en la isla. 

Tras un proceso Damián sentirá que aquella isla debía ser su nueva tarea de misión. Viajando toda la noche sobre cubierta en el vapor que lleva cincuenta leprosos, el 10 de mayo de 1873, a las cinco de la mañana y acompañado de su obispo, llegan a la leprosería de Molokai, «cárcel del Estado» como la llama Damián. Acaba de cumplir 33 años. 


La isla

Damián llegaba para tres meses, pero debido a las circunstancias se quedó dieciséis años, los cuatro últimos leprosos. 

Damián se encuentra con un panorama desolador. Sólo ha traído su brevario y su cruz. Pide y le va llegando lo indispensable. Pero todo tenía tintes de sociedad entregada en manos de la desesperación: Aquí no hay ley», decía un letrero. En el terreno de lo inhumano, los más poderosos explotaban a los más débiles y pequeños, a las chicas y también a los niños, hasta que ya inservibles quedaban abandonados tras una tapia esperando la muerte. Nada le dolió tanto a Damián, por lo que creó un orfanato, que fue su felicidad. Había una ley, por desgracia, «la ley del más fuerte». Nunca habían tenido un médico o enfermero residente en el lazareto. En un pabellón que llamaban «hospital», yacían los casos más desesperados, bajo una manta que daba miedo levantar. Una carretilla arroja al basurero un bulto atado entre trapos del que salen leves gemidos. Denunciado ante los agentes, éstos ni se inmutan. El Estado había votado un magro presupuesto para alimentos y ropas, pero se puede imaginar la influencia de intereses en la distribución. Era el destino de los más pobres.


Damián comienza su actividad recorriendo cada día las chozas, buscando a los cristianos que ya no pueden valerse. Más tarde crea un grupo de visitadores, un enfermo que consuela al otro, que a la vez le mantienen al tanto de los casos más urgentes. 



SOLEDAD Y LEPRA

La situación personal de Damián lleva el sello de dos realidades paralelas entre las que camina su vida y la singularizan. Se trata de la soledad que padeció durante todo su quehacer misionero y la enfermedad del final de su vida. Damián se contagió de lepra.





A pesar del descubrimiento, los residentes señalan que el Padre trabajó incansable construyendo cuantas casas pudo y planificó la continuación del programa que había creado para cuando él se hubiera ido. Su muerte llegó cinco años después, en 1889 con 49 años de edad.

Su restos mortales fueron trasladados en 1936 a Bélgica y reposan en la Iglesia de la Congregación en Lovaina. Cuando en 1959, Hawái se convirtió en el estado número 50 de los Estados Unidos, los representantes del pueblo hawaiano escogieron a Damián para que su estatua les representara en el Capitolio de Washington. Se le conoce como el santo de los leprosos.


Preguntas:

¿Qué te ha llamado la atención del texto?
¿En qué país nació Damian? ¿Cuál era su nombre original?
¿Cómo era su familia?
¿En qué isla murió?
¿Dónde está enterrado?

Puedes ver como actividad complementaria el siguiente vídeo:





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