La vida de las primeras comunidades cristianas

Hay muchas maneras de dividir la historia en períodos. Depende del criterio que se adopte. 
Nosotros seguimos el relacionado con el contexto nacional de Palestina y el internacional del Imperio romano. Tanto ayer como hoy, lo que más influye en la vida de las comunidades, más que cualquier otro criterio, es la situación o coyuntura nacional e internacional. 


Ayuda a entender los cambios que se dan en el mundo y en las iglesias. Debido a la falta de este análisis se han cometido, y se siguen cometiendo, muchos errores. Son tres las etapas que mencionaremos: 

1. Del año 30 al 40: el anuncio del Evangelio entre los judíos.

2. Del 40 al 70: la expansión misionera en el mundo griego. 

3. Del 70 hasta el final del siglo I: la organización y la consolidación de las comunidades. 

Nos fijaremos más en la primera y en la segunda etapa en este post.  

1. Del año 30 al 40: El anuncio del Evangelio entre los judíos. Son aproximadamente diez años. 
Todo comienza el día de Pentecostés con el primer anuncio de la Buena Noticia (Hch 2,1-36), que se extiende rápidamente por Palestina (Hch 2,41-47; 4,4; 5,14; 6,7; 9,31). 

A este período se le llama "Movimiento de Jesús". Termina con la crisis provocada por la política del emperador Calígula (años 37-41) y con la persecución de los cristianos por parte del "rey" Herodes Agripa (años 41-44). 


a) Vivencias, tensiones y escritos.

Sabemos muy poco sobre el comienzo de las comunidades cristianas. Los Hechos de los Apóstoles no informan mucho. El interés de los cinco primeros capítulos no es describir cómo su vida, sino cómo debe ser. Es si se permite la comparación una foto de la primera comunidad cristiana en la que todo el mundo sale más guapo de lo que en realidad es. 

En esta fase inicial, los cristianos eran casi todos judíos convertidos. Gozaban de la simpatía del pueblo (Hch 2,47). Se los veía como uno de los movimientos de renovación y de contestación en el interior del judaísmo. Formaban pequeñas comunidades en torno a la sinagoga, al margen del judaismo oficial.
El crecimiento geográfico y numérico les obligó a crear nuevas formas de organización, a elegir nuevos animadores y misioneros. Un ejemplo de ello son los llamados "diáconos" (Hch 6,2-6). La primera evangelización de las comunidades corría a cargo de los misioneros ambulantes. Éstos, al contrario que los misioneros judíos, no llevaban nada para el camino, ni zurrón, ni dinero. Confiaban en la solidaridad de la gente. En la primera casa que eran recibidos, allí permanecían y vivían como la gente del pueblo. Muchos pasajes de los evangelios se refieren a esos primeros misioneros (cf. Mt 10,5-10; Le 10,2-9). 

Al comienzo, el anuncio de la Buena Noticia se concentraba en el anuncio de la llegada del Reino (Mt 10,6) y la proclamación de la muerte y resurrección de Jesús (puedes leer Hch 2,23-3,6; 3,14-15; 4,10-12). Todavía no existían los escritos del Nuevo Testamento. La Biblia de los primeros cristianos era la Escritura Sagrada de los judíos. La expresión "Antiguo Testamento" o "Antigua Alianza" procede de Pablo (2 Cor 3,14). Antes decían simplemente "las Escrituras" (Mt 21,42; Mc 12,24). El Nuevo Testamento existía sólo en el corazón, en los ojos, en las manos y en los pies de los cristianos. Leían y releían la Biblia con ojos nuevos, que nacían de la nueva práctica y del nuevo ambiente comunitario de fe en la resurrección. En ella encontraban los textos para poder entender mejor la novedad que estaban viviendo en Cristo. 

Por ejemplo, los textos de la profecía de Moisés sobre el futuro profeta (Dt 18,15.19 y Hch 3,22), los de Isaías sobre el Siervo de Yavé (Is 53,7-8 y Hch 8,32), los de Daniel sobre 16 el hijo del Hombre (Dn 7,13 y Mt 24,30), ciertos salmos como el Salmo 2 (Hch 4,23-26) o el Salmo 110 (Hch 2,34) y otros.

En la relectura cristiana de la Escritura de los judíos está la semilla de lo que más tarde se llamará el Nuevo Testamento. Cuando las palabras de la Escritura de los judíos no eran suficientes, los cristianos recordaban las palabras y gestos del propio Jesús para que sirvieran de orientación y de animación en la marcha de las comunidades (Hch 10,38; 11,16). 

El recuerdo y la transmisión se basaban en el testimonio de aquellos que habían convivido con Jesús, "desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue elevado a los cielos". Aquí comienzan nuestros evangelios. 

En esta primera etapa, aparece la simiente de una divergencia que ya existía en el judaísmo y que, a lo largo de los años, se fue acentuando en las comunidades cristianas. Por un lado, existía el grupo de Esteban, ligado a los judíos de la diáspora. Intentaban una apertura en dirección a la cultura helenística y, en ese sentido, hacían una lectura diferente de la Biblia (Hch 7,1-53). Por otro lado, existía el grupo de Santiago y los hermanos de Jesús, ligado a los judíos de Palestina. Defendían la fidelidad estricta a la ley de Moisés y a la "Tradición de los Antiguos" (Me 7,5; Gal 1,14). En la primera persecución contra los cristianos, el grupo de Esteban fue el que sufrió y tuvo que huir de Jerusalén. 

A los demás nadie los tocó. A lo largo de la historia, la coyuntura externa e interna acentuó estas dos tendencias. ¡Lo mismo que pasa hoy! 

b) El cambio de coyuntura. 

El cuadro político cambió profundamente en Palestina cuando Calígula decidió intensificar el culto al emperador como factor de unificación del Imperio. Obligaba a todos los pueblos a erigir su estatua en los templos de las respectivas divinidades. En el año 39, dio la orden de introducir su estatua en el templo de Jerusalén. ¡La imagen de un emperador pagano en el Santo de los Santos de la Casa de Yavé! Doscientos años antes, un decreto semejante de Antíoco IV, Epífanes, desencadenó la revuelta de los Macabeos (1 Mac 1,54; Dn 9,27; 2 Mac 6,1-9). Ahora también la protesta fue inmediata y radical. Flavio Josefo relata algunos incidentes que ocurrieron, sobre todo en Galilea. Cuando Petronio, el legado romano en la provincia de Siria, llegó con u n ejército para ejecutar la orden, diez mil campesinos se concentraron ante el palacio en Ptolemaida (la actual Akko, al norte de Haifa) como protesta. La misma protesta se repitió en Tiberíades. Petronio preguntó: ¿Queréis la guerra?" La respuesta fue: "No queremos guerra. Preferimos morir ante s que ver transgredida nuestra ley". Y Flavio Josefo comenta: "Se tumbaron en el suelo, estiraron el cuello y dijeron que estaban preparados para morir. Y lo hicieron juntos durante cuarenta días. En este tiempo no trabajaban en el campo, aunque por la época del año deberían estar sembrando. (Antigüedades, XVIII 8,1-9).


Gracias a la intervención de Petronio y de Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, la ejecución del decreto se fue retrasando. Por fin, con el asesinato de Calígula en el año 41 se suspendió la amenaza. En esta misma época, Herodes Agripa estaba en Roma. En el año 39 había recibido de Calígula el título de Rey de Galilea. Después del asesinato de Calígula, contribuyó a que Claudio fuera proclamado, de nuevo, emperador. A cambio, Claudio le nombró rey de toda Palestina. Como quería ser fiel a la política romana, Herodes Agripa procuraba reprimir cualquier brote de rebelión. 

Éste es, probablemente, el motivo por el cual comenzó a perseguir a las comunidades. Dice el libro de los Hechos: Por entonces, el rey Herodes inició un a persecución contra algunos miembros de la Iglesia. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan , y, viendo que este proceder agradaba a los judíos, se propuso apresar también a Pedro. (Hch 12,1-3). Después de la muerte de Herodes Agripa el año 44 (Hch 12,23), Roma intervino, cambió el régimen, y toda Palestina pasó a ser provincia romana, gobernada directamente por un procurador con residencia en Cesárea Marítima. 

A veces, se confunden los tres Herodes que vivieron en aquella época, pues los tres aparecen en el Nuevo Testamento con el mismo nombre: 

1) Herodes, llamado el Grande, gobernó Palestina del año 37 al 4 a.C. Aparece en el nacimiento de Jesús. Se le atribuye la matanza de los niños de Belén (Mt 2,1.16). 

2) Herodes, llamado Antipas, gobernó Galilea del año 4 a.C. hasta el año 39 d.C. Aparece en la muerte de Jesús (Le 23,7). Mató a Juan Bautista (Me 6,14-29). 

3) Herodes, llamado Agripa, gobernó Palestina del año 41 al 44 d.C. Aparece en los Hechos de los Apóstoles (Hch 12,1.20). Mató al apóstol Santiago (Hch 12,2). 

c) La influencia de la coyuntura sobre la vida de las comunidades cristianas 

Todos estos hechos, desde el decreto de Calígula en el año 39 hasta el cambio de régimen, ocurrido en el año 44, después de la muerte de Herodes, dejaron profundas marcas en el pueblo judío. De repente, se vio amenazado por el poder del Imperio, ahora con sede en Cesárea, muy cerca de la propia tierra. Esta amenaza re-encendió el sentimiento anti romano, agudizó la desconfianza hacia los extranjeros, hizo crecer los movimientos nacionalistas y, por ese motivo, aumentó las divergencias interna s entre los propios judíos. 

La reconciliación se hacía cada vez más difícil. A partir de los años cuarenta , la rebelión retomó fuerza. El celo por la ley cada vez era mayor y comenzaba a organizarse en el partido más radical de los zelotas. Iban surgiendo nuevos movimientos mesiánicos. En definitiva, a partir del decreto de Calígula, la coyuntura no era la misma. ¡Cambió el cuadro político!  

El nuevo cuadro político repercutió también en las comunidades cristianas, cuyos miembros eran casi todos judíos. En otras palabras, la política se mezclaba con la religión y dificultaba la convivencia entre los cristianos. Por un lado, se fortaleció la tendencia de los que insistían en la observancia de la ley de Moisés y de las tradiciones judías. Este grupo, más ligado a Santiago y a los "hermanos de Jesús", sigue la tendencia general del pueblo judío y evita el contacto con los extranjeros (cf. Gal 2,11-13). Son los que ahora sufren la persecución de Herodes Agripa (Hch 12,1- 3). 

Por otro lado, personas como Bernabé y Pablo, seguidores de la línea de Esteban, no se sienten bien en la comunidad de Jerusalén. Salen y buscan otro lugar para vivir y trabajar, y allí anuncian la Buena Noticia (Hch 9,29-30). 

En resumen, la crisis provocada por el cambio de coyuntura favoreció la misión fuera de Palestina. Los primeros cristianos supieron leer los signos de los tiempos. Comenzó una nueva etapa.

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