Si pensamos en la palabra "misión" normalmente la relacionamos con lo que tenemos que hacer. Pero la misión también tiene que ver con nuestra forma de vida, "con lo que estamos llamados a ser".
Jesús es el ungido de Dios, porque tiene un misión, un proyecto de salvación.
Vino al mundo para ser el rostro de la misericordia de Dios y esta misericordia explica muy bien en qué consiste su misión. Lo podemos entender mejor con un texto del Papa Francisco:
La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud: Dios es amor (Jn 1, 4,8). Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan, dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes, llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
(Misericoridae Vultus 8).
Actividad: Vuelve a leer lo que está en negrita en el texto y reflexiona sobre ello. ¿Tiene esta misión unos destinatarios? ¿Es hacia dentro o hacia fuera?
Jesús necesita colaboradores con esta misión, por eso llama a sus discípulos. Entre los seguidores de Jesús hay gente humilde y gente de buena posición social que comparte lo que posee, hay hombres y mujeres, en ellos está semilla de futura comunidad cristiana.
Son llamados y son enviados.
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