Los rasgos y pistas del mesianismo se pueden rastrear en el Antiguo Testamento. Mesianismo se refiere a todos aquellos movimientos que buscan renovar la sociedad para superar las circunstancias negativas que la asolan.
El mesianismo tiene que ver con la promesa y la esperanza.
En el Antiguo Testamento la figura del Mesías según el contexto se presenta de diferentes formas:
1) En el Pentateuco (los cinco primeros libros de la biblia, la época de los patriarcas) hay profecías que se han releído e interpretado como alusivas al Mesías. En ellas resalta que el Mesías vencerá al mal, consolará al pueblo y será obedecido por las naciones.
2) En la Monarquía surge una especie de mesianismo real con la figura del rey David tenida como modelo. El mesías tendría los rasgos propios de un rey y la misión de estos reyes es hacer realidad la justicia de Dios.
3) En la época del exilio -el destierro en Babilonia-, este mesianismo real entra en crisis. Aparecen los profetas y el mesianismo adquiere los rasgos del Siervo de Yahvé. La expresión más clara de ello son los llamados cantos del Siervo en el profeta Isaías.
4) Con la figura de Jesús en el Nuevo Testamento ocurre algo curioso y es que para una parte su llegada cumple las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento, pero otros que esperan la llegada de un Mesías político que les libere de la opresión del poder romano quedan defraudados.
Actividad: Puedes escuchar el Aleluya del Mesías de Händel.
Los evangelios proclaman con claridad que Jesús es el Mesías:
Lc 4, 16-21: Jesús es el ungido de Dios, en el elegido para la misión.
Jn 13, 31-37: Jesús ejerce su poder como servicio a los demás, no con provecho para sí mismo.
Mt 26, 39: Se somete a la voluntad de Dios como un siervo.
Mc 14, 53-65: Solo se reconoce como rey y mesías en el momento de su detención y juicio, cuando por ello es incluso objeto de burla.
Mc 15, 1-39: Su pasión y muerte recuerdan al Siervo de Yahvé del que hablaba Isaías. Sufre y entrega su vida en silencio.
El mesianismo tiene que ver con la promesa y la esperanza.
En el Antiguo Testamento la figura del Mesías según el contexto se presenta de diferentes formas:
1) En el Pentateuco (los cinco primeros libros de la biblia, la época de los patriarcas) hay profecías que se han releído e interpretado como alusivas al Mesías. En ellas resalta que el Mesías vencerá al mal, consolará al pueblo y será obedecido por las naciones.
2) En la Monarquía surge una especie de mesianismo real con la figura del rey David tenida como modelo. El mesías tendría los rasgos propios de un rey y la misión de estos reyes es hacer realidad la justicia de Dios.
3) En la época del exilio -el destierro en Babilonia-, este mesianismo real entra en crisis. Aparecen los profetas y el mesianismo adquiere los rasgos del Siervo de Yahvé. La expresión más clara de ello son los llamados cantos del Siervo en el profeta Isaías.
4) Con la figura de Jesús en el Nuevo Testamento ocurre algo curioso y es que para una parte su llegada cumple las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento, pero otros que esperan la llegada de un Mesías político que les libere de la opresión del poder romano quedan defraudados.
Actividad: Puedes escuchar el Aleluya del Mesías de Händel.
Los evangelios proclaman con claridad que Jesús es el Mesías:
Lc 4, 16-21: Jesús es el ungido de Dios, en el elegido para la misión.
Jn 13, 31-37: Jesús ejerce su poder como servicio a los demás, no con provecho para sí mismo.
Mt 26, 39: Se somete a la voluntad de Dios como un siervo.
Mc 14, 53-65: Solo se reconoce como rey y mesías en el momento de su detención y juicio, cuando por ello es incluso objeto de burla.
Mc 15, 1-39: Su pasión y muerte recuerdan al Siervo de Yahvé del que hablaba Isaías. Sufre y entrega su vida en silencio.
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